top of page

Querer No Es Poder

Te reproché dejarme de querer. Te reproché quererme sin corazón.

​

Te confieso que yo también lo sentía, porque nada me encajaba como cuando todo empezó, cuando apostaba a ciegas por todas aquellas sensaciones e ilusiones que un probable futuro me viciaba.

​

Agarrándome a la falta que me hacías, no aceptaba que quizá era lo que necesitabas, que mis manos y alma ya no te encendían, pero no me juzgues, todo fue por la puta esperanza. Ahora sé que quererte es lo que quería, pero a veces el poder no permite lo que la voluntad dicta, y puedo quemarme la mano de ponerla en el fuego al decir que a ti al igual que a mí, todo esto te carcomía.

​

No sé cómo contarte que mis manías se sienten solas desde que nadie acude a frenarlas cuando se vuelven abusivas. Mis camisas no se sienten a gusto con unas manos que poco saben de delicadeza al rozarlas. Mis zapatos aún esperan en el pasillo a que alguien los recoja poniendo los ojos en blanco pero con una sonrisa. El espejo del baño refleja un espacio infinito que me rodea en lugar de la firmeza de tus abrazos mañaneros. La cocina ha dejado te tener manchas, huellas de un desastre culinario que seguramente te habría apetecido probar después de verlo en cualquier revista o programa de televisión, y con ello gotas traicioneras escurren de mis ojos ante el pensamiento de jamás volver a deshacer el cuadro surrealista en que tu cara se tornaba por la presencia de harina. Las escaleras del portal se sienten abandonadas porque no hemos vuelto a confesarnos cada profundo concepto o sentimiento que nos cruzase la mente al devorarnos entre exhalaciones y risas. La alfombra del salón sigue aguardando otra noche de sábado en la que recostarnos y jugar con Nita, aunque eso se desvaneciese desde que sus maullidos dejaron de llenar el piso hace meses. Mis cojines guardan tu olor y es que hasta la ropa me traiciona guardándote entre las raíces de cada fibra, y dormir en nuestra cama es un acto de suicidio porque si un cojín insignificante me hace recordarte, imagina lo que esas sábanas y almohadas hacen que recobre en la memoria.

Quise una eternidad contigo, pero dejamos de querernos justo cuando pensábamos que más nos teníamos. Quise tener una familia que comenzó a cobrar forma cuando hace 7 años Nita entró arrasando con los muebles de la casa. Quise que nunca tuvieras que ver acabar esta ensoñación pero me temo que te fallé por no pararlo a tiempo y me fallé por no saber en qué punto dejé de admirarte con amor y mis miradas ya sólo alcanzaban el matiz de cariño.

Volvería sin lugar a dudas a cualquiera de los momentos que guardamos en común, si hubiese alguna garantía de que a día de hoy nada hubiera terminado.

​

Te sigo necesitando ¿sabes? Sé que jamás pronunciaste o dejaste interpretar un alejamiento o que me dieras la espalda, pero no puedo afrontar mirarte a la cara sin pedirte perdón, y no estoy segura de que me vayas a dejar hacerlo porque sabemos que de esto el culpable sólo es el tiempo.

​

Pienso en ti. Llevo haciéndolo cada milésima de segundo de estos tres meses y medio. El alcohol dejó de ser aliado cuando en una de mis visitas al espejo me di cuenta de que a pesar de todo, tú no querrías verme así, y por ese pensamiento sobre ti cambié las horas de bebida por libros y madrugadas.

​

La música ayuda, pero no hay una sola canción que no tenga una frase en la que mi cabeza te dibuje curva a curva. Qué putada, ¿no? Es como si la vida me obligase a asumir que dejamos de querernos, y superar este abismo sin posible oposición.

​

Por favor, sé que no lo esperábamos pero ¿podemos al menos recuperar las ganas de vernos? No quiero seguir adelante si no te tengo en mi vida, pero tampoco puedo continuar si me estanco en el sabor de tu boca junto a la mía. Cuando dejemos de compadecernos en la falta que nos hacíamos, acudiré a esperarte en la entrada de casa, a recuperar tantas conversaciones como le debamos al oscuro portal que una vez nuestra esencia fundía.

Y lo último que necesito que escuches, es que tengas claro que echaré de menos todas las noches, mañanas, tardes o estancias donde nos conocimos y adoramos entre destellos de luna, luces, telas, rubores y chispas sabias en cada mirada. Pero pese a ese volcán, silenciado a propósito contra toda voluntad, llamado placer, lo que más echaré en falta sin duda serán las pruebas innegables de complicidad y conexión, porque dudo jamás conseguir algo tan logrado como lo que trabajamos día a día, desbordando confianza y respeto, rezumando toda la seguridad que pese a no saberlo, nos infundíamos con cada recíproca palabra.

Algún día, espero que pronto, te confesaré todo lo que no me dio tiempo a admitir delante de un altar, como hace no mucho prometí que haría.

Querer No Es Poder: Lista
bottom of page